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La importancia de una oficina de dirección estratégica
El lujo que muy pocos pueden permitirse es funcionar —y sobrevivir— sin una estrategia
En el ámbito empresarial casi todo el mundo tiene una idea aproximada —no siempre cierta— de lo que significa la estrategia, un número menor de directivos desarrolla en algún momento de su labor profesional un plan estratégico y son muchos menos los que al cabo de un tiempo de poner en marcha el plan lo revisan y comprueban que han alcanzado los objetivos propuestos.
Los obstáculos a la implantación de planes estratégicos en la empresa son múltiples. Hay quien considera que es un lujo, que bastante problema tiene ya apagando los fuegos que van surgiendo en el día a día. Pero es justamente lo contrario: el lujo que muy pocos pueden permitirse es funcionar —y sobrevivir— sin guiarse por una estrategia. También hay quien sí elabora planes estratégicos pero nunca obtiene los resultados deseados.
Esto puede deberse o bien a la resistencia al cambio por parte del equipo humano en distintos niveles del organigrama o bien a una concepción incorrecta de lo que es la estrategia y de cómo debe implantarse en la empresa.
¿Qué es la estrategia? Una articulación estructurada de objetivos concretos. Esta articulación deriva de la visión del negocio, pero va más lejos. La estrategia debe cumplir estas condiciones:
Ser concreta: detallada, cuantificada y con una definición muy precisa
Ser vertebrada: con todos los objetivos relacionados entre sí y con la visión y valores de la organización
Ser completa: no dejar de lado ninguna área fundamental de la empresa
Ser compartida: conocida y unívocamente comprendida por todo el equipo
Pero incluso con una estrategia bien diseñada, un error muy común a este respecto es no realizar una buena implantación.
Aquí es donde entra la oficina de dirección estratégica. Esta consiste en un equipo, no necesariamente grande, liderado por un hombre fuerte de la casa, típicamente del área de finanzas, y con miembros en el resto de áreas funcionales y de negocio de la empresa. En cualquier caso, debe estar en un nivel alto del organigrama, cerca de la dirección ejecutiva. La tarea de esta oficina es vincular la estrategia con operaciones, traducir los objetivos del plan a procesos y tareas concretos.
En concreto la oficina tiene como funciones:
Coordinar el proceso de desarrollo y revisión de la estrategia
Traducirla a objetivos, metas y proyectos
Comunicarla a toda la empresa
La revolución digital ha supuesto un cambio de paradigma, un cambio que va a seguir acentuándose en los próximos años
Hace unos años los planes estrat égicos se definían para plazos de cinco años. Después se pasó a tres y actualmente incluso se plantean plazos menores. Eso implica que se haya pasado de hacer revisiones anuales a trimestrales, y de ahí a mensuales. Es muy recomendable que un equipo directivo dedique como mínimo una hora al mes a reuniones para debatir y poner al día la estrategia. Y mejor si es más.
Esta aceleración es paralela a la aceleración de las innovaciones tecnológicas. Las nuevas tecnologías afectan a cada vez más aspectos del funcionamiento de las compañías, no solo abriendo nuevos mercados sino alterando procesos internos como el modo de trabajar (teletrabajo, uso de dispositivos electrónicos, consumo de papel, almacenamiento y procesamiento de la información…) o las relaciones con los proveedores. La revolución digital ha supuesto un cambio de paradigma, un cambio que va a seguir acentuándose en los próximos años.
Pasar de un enfoque tradicional a un enfoque estratégico conlleva superar algunas resistencias y requiere de un hondo conocimiento de este nuevo entorno. Nae, situada en la confluencia entre el desarrollo tecnológico, la aplicación práctica de esa tecnología y el mundo de los negocios, se encuentra en una posición privilegiada para ayudar a las empresas a pilotar esta transformación.