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La adaptación cultural como factor clave en proyectos internacionales

Por Víctor Arias — 9 de marzo de 2016

La rapidez para integrarse en entornos diferentes al nuestro es fundamental para el éxito del proyecto

En la realización de proyectos internacionales, una de las reglas de oro que hay que aplicar es el respeto a las diversas culturas y costumbres con las que se va a interactuar, y su integración en el proyecto como un elemento más del mismo.

He tenido la oportunidad de trabajar en varios proyectos de organización empresarial en el ámbito de las telecomunicaciones, y mi experencia actual en Nigeria ha supuesto un aprendizaje particularmente intenso, tanto a nivel profesional como personal.

Lagos es la mayor ciudad de Nigeria, situada a orillas del Océano Atlántico, en el Golfo de Guinea. Comerciantes portugueses llamaron así al asentamiento en el que establecieron su puerto marítimo, pero en yoruba, la lengua nativa, su nombre es Eko.

Sus cerca de 21 millones de habitantes la convierten en la ciudad más poblada de África, por delante de El Cairo. Y dada la disposición prácticamente horizontal de sus habitantes (a excepción de unas pocas áreas modernizadas), así como las deficientes infraestructuras civiles, la vida se convierte fácilmente en una sucesión caótica de eventos que no dejan indiferente al viajero occidental, siendo especialmente significativa la primera toma de contacto con la ciudad.

A nuestra llegada, de madrugada, y durante el trayecto hacia el hotel, de casi dos horas de duración, observamos con asombro como la metrópolis africana nunca duerme. Ya en los suburbios alrededor del aeropuerto la gente se apelotona en torno a los minibuses (aparcados en los inexistentes arcenes) para trasladarse a los puestos de trabajo, invadiendo y cruzando la calzada con descuido y provocando el uso continuo del claxon.

Además, los vendedores ambulantes se mueven entre las filas de vehículos, arbitrariamente dispuestos en tantos carriles como sea posible organizar, dada la altísima densidad de tráfico. La casi inexistente iluminación pública ayudaba a mantenernos paralizados en un estado de observación, atónitos y sin palabras que pronunciar.

Ante el panorama que se dibuja delante de los ojos, uno no puede dejar de preguntarse cómo hace la gente local para sobrevivir en semejante medio. Nuestros compañeros nigerianos de proyecto nos mostraron poco después la realidad del asunto: los lagosenses están acostumbrados a este ritmo de vida desde siempre, y lo ven como algo habitual y consustancial a su rutina diaria. Para ellos, soportar desplazamientos de hasta tres horas al día para ir al trabajo (más otras tres horas de vuelta a casa) es algo que se acepta con animada resignación. Es más, para evitar las horas punta acostumbran a permanecer en la oficina al menos un par de horas más de lo requerido y convierten el espacio de trabajo en el principal punto de convivencia personal, participando en actividades extralaborales que los alivian de la distancia del hogar.

Es necesario integrarse en el grupo lo antes posible y convertirse en un miembro más del clan durante la duración del proyecto

Estas circunstancias tienen consecuencia directa en la cultura empresarial y en la dinámica de grupo. Gracias a la extensa jornada laboral, los compañeros de trabajo se convierten en una segunda familia a la que apoyan casi tanto como a la suya propia, intensificando las relaciones y fortaleciendo los lazos. El contacto físico en forma de encajadas de mano y abrazos es habitual en cada encuentro ocasional que se mantenga, tanto al inicio como al final del mismo. Asimismo, varios aparatos de televisión distribuidos convenientemente funcionan durante todo el día, lo cual favorece la formación improvisada de debates acalorados y ruidosos sobre todo tipo de asuntos: sucesos del día, política local, resultados de fútbol, etc.

En este tipo de ambiente, es necesario integrarse en el grupo lo antes posible, participando de algunas de las actividades que se desarrollan y convirtiéndose en un miembro más del clan durante la duración del proyecto.

Hay que entender que el ritmo de trabajo es más pausado y que presionar para acelerar el paso no hace más que entorpecer la relación. El uso de técnicas asertivas es clave para conducir las situaciones a buen término. La rapidez con la que se pueda establecer esta conexión con el grupo influirá en el avance del proyecto y favorecerá la colaboración de las diferentes partes interesadas, en pos de su realización. Y al acabar el proyecto y volver a casa siempre quedará la sensación de haber dejado una segunda familia atrás.

Persona realizando un despliegue de FTTH
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